Deshaciendo el nudo. Taller quincenal abierto

Hola a todos/as

Estamos entusiasmados con poder compartir con vosotros en esta nueva entrada la puesta en marcha de un nuevo proyecto. Este mes de febrero iniciamos la aventura de abrir un espacio de encuentro grupal, donde dos jueves al mes nos encontraremos para conocernos un poco mejor a nosotrøs mismos y a løs demás, en un ambiente relajado y tranquilo, donde el grupo será un apoyo y una motivación.

Mi intención es la de crear espacio de encuentro abierto; un lugar donde cada uno decide libremente cuando acudir y disfrutar de la sinergia del grupo.

Un lugar donde experimentar en un ambiente seguro aspectos de nuestro día a día cotidiano; de cómo y de qué manera nos relacionamos con nuestro propio cuerpo, con nuestras emociones y con nuestras necesidades.

A través de ejercicios sencillos y dinámicas grupales nos iremos “dando cuenta” de lo que hacemos, percibimos, sentimos y pensamos de nosotrøs y de los demás. Utilizaremos la relación con el grupo para facilitar y potenciar esa toma de conciencia.

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Psicoterapia Gestáltica Infantil

Aidam continúa evolucionando como entidad viva que es. Cada día que pasa nos vamos especializando más en las actividades que nos llenan y de las que podemos dar más de nosotros mismos. Aparte de la psicoterapia tradicional, individual o de pareja dirigida a adultos; también queremos fomentar nuestro signo distintivo: el trabajo integrativo con sueños, la psicoterapia en LSC (Lengua de Signos Catalana) y la terapia para adolescentes y niños.

Hoy os proponemos un artículo sobre la psicoterapia infantil.

Llevar a un niño a terapia es una decisión que nos puede costar tomar. ¿Lo dejaré en buenas manos? ¿Qué le harán a mi/mi hijo/a? ¿No es demasiado pequeño/a?

Con este artículo intentamos acercarnos a vosotros, exponiendo nuestra manera de trabajar, cómo enfocamos la terapia y vínculo con los pequeños/as, trabajo con el que siempre ponemos el máximo de atención, cuidado y respeto.

Como siempre, esperamos que os guste.

Habitualmente las familias que se ponen en contacto con nosotros es porque son conscientes de que se les escapa algo en relación con sus hijos.
Las rabietas, la agresividad, los insultos, la falta de respeto, los llantos generalizados, la desmotivación, el hacerse pipi en la cama, las pocas ganas de participar y de hacer cosas, las malas notas en la escuela, la introversión, la hiperactividad y la excitación serían ejemplos de consulta.

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¿Y ahora qué.. ?

Toda persona que inicia un proceso terapéutico lo hace llevada por un motivo diferente. Generalmente nos ha costado bastante tomar esa decisión y la hemos ido postponiendo día tras día,  intentando convencernos de diferentes formas de que “no estoy tan mal” o de que “no tengo tiempo” o “si yo hablo con mis amigos y no lo necesito…” Hasta que la sensación de no poder mas, de que algo que nos impide avanzar y no sabemos cómo continuar se manifiesta en toda su magnitud y nos obliga a dar ese paso.

Como la mayoría de terapeutas mi primer contacto con la terapia fue como paciente. Todo comenzó hace veinte años: me despertaba en medio de la noche con la sensación de que me iba a morir en ese mismo instante, aterrado, con la sensación de que el aire no llegaba a mis pulmones. Todo mi ser se esforzaba en respirar, en volver a tomar aire (cosa que ocurría casi inmediatamente, aunque a mi me pareciera una verdadera eternidad). Después de tres o cuatro respiraciones profundas me convencía de que no me iba a morir en ese momento, pero el estado de terror continuaba durante unos minutos. Un poco de agua, una visita al lavabo y, gradualmente, la respiración volvía a la normalidad y el miedo disminuía. Al mismo tiempo la somnolencia volvía a aparecer y me avisaba que eran las tres o las cuatro de la mañana. Volvía a la cama y pensaba: “debe de haber sido un mal sueño”. Y ahí lo dejaba todo.

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El mágico mundo de la fantasía…

¿Quién de vosotros no ha vivido la siguiente situación? Os presentan a alguien que os atrae (es un amigo/a de un amigo, el nuevo jefe/a de sección, el nuevo informático/a, el primo/a de tu vecino…), inmediatamente te descubres imaginando toda la historia de que os conocéis, os besáis, lo bien que lo váis a pasar a partir de ahora, qué sucederá,  dónde alquilaréis piso juntos…¡ y algunos incluso tenemos hijos o compartimos cuenta bancaria con personas que ni siquiera conocemos!  y ¿a cuántos de vosotros os ha pasado el llevaros el chasco  de vuestra vida cuando a los días siguientes os enteráis que ya tiene pareja, que está casado/a, que no es de tu misma orientación sexual o que no vive en tus proximidades?

¿A cuántos de vosotros os ha pasado el recibir una buena notícia en el trabajo (un simple chismorreo), habéis imaginado como os lo concedían, os habéis ilusionado desarrollando un nuevo proyecto y cómo lo llevaríais a cabo…y finalmente todo resulta ser un bulo, te quedas a cuadros y de muy mala leche? ¡venga otro chasco! Y así uno detrás de otro…

Me podría pasar horas poniendo ejemplos. Todos los hemos vivido, cada cual con su estilo y su manera de hacer, con su intensidad y frecuencia. Algunos somos maestros de la fantasía, otros no tanto….algunos podemos estar gran parte del día fantaseando aunque con historias nímias e irrelevantes, otros quizás no lo hacen tan a menudo aunque la situación imaginada y fantaseada pueda ser más importante y traerle más dolores de cabeza, otros casi no fantasean y otros no fantasean y casi que ni se dan cuenta de que no lo hacen. Mil y una posibilidades…como personas hay.

A partir de aquí surgen varias cuestiones al respecto ¿cuál es el límite en que una fantasía pasa de ser sana a generar malestar?, ¿cómo afecta en mi vida el hecho de fantasear? ¿en qué momento dejo de ser realista y empiezo a divagar por mis mundos interiores?,  ¿cómo me doy cuenta de ello?, fantasear e imaginar es saludable ¿no?, ¿qué pasa con las personas que no fantasean nada? ¿Y con las que lo hacen continuamente?

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Un poco de mí…

Los psicoterapeutas somos, antes de nada, personas con nuestras alegrías, miedos, anhelos y dificultades. Es por ello que abrimos un espacio en el blog donde nos iremos presentando y mostrando poco a poco. Queremos que nos conozcamos, que me conozco; así que aquí os escribo un poco de mi historia:

A menudo nos pensamos que estamos bien y que somos plenamente conscientes de lo que escogimos y deseamos. En mi proceso de crecimiento personal me he dado cuenta de que la mayoría de veces poco sabía de lo que me sucedía y pocas veces me responsabilizaba. Un ejemplo de lo que explico serían ciertos momentos en que ante una situación que me incomodaba y me hacía sentir mal para mí era más fácil ponerme a llamar a una persona cercana, provocar un conflicto y una discusión basada en reproches, que darme cuenta de lo que sentía y responsabilizarme de comunicarlo. Protestar y reprochar lo que el otro hacía mal tenía más fundamento que prestar atención y sentir mis emociones, sensaciones y pensamientos.

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