Cariño… tenemos que hablar

Primera parte: La pareja y el conflicto

¿Quién no ha escuchado esa frase y se ha puesto a temblar? Yo sí, y la he escuchado o dicho, cuando en mi relación de pareja algo ha estado yendo mal durante un tiempo y uno de los dos ha puesto de manifiesto su incomodidad o cansancio con una situación. Unas veces (la mayoría) el tema a tratar serán las cuestiones relacionadas con los ajustes normales en toda relación cosas tan sencillas como renegociar quién lava la ropa o saca el perro a pasear. Otras veces los temas a tratar serán más importantes y pueden estar incluidas desde la educación de los hijos a la gestión económica y, por último nos encontramos ante aquellas situaciones en las que se ha llegado a un punto tal que la relación ya está seriamente dañada o uno de los integrantes ya no puede más.

Todos  tenemos una necesidad de pertenencia, de establecer vínculos, de sentirnos parte de algo que nos aporte seguridad, reconocimiento y cariño. En la mayoría de casos, en nuestra sociedad, la pareja es ese vínculo, esa relación. La pareja, desde mi punto de vista, es el vínculo entre dos personas que deciden tener un proyecto común en el tiempo en el que hay cabida para la amistad, el compromiso y el sexo. El contenido y la forma de ese vínculo es lo que nos toca definir a cada uno de nosotros. Es decir; no hay una manera de entender la pareja, sino que cada pareja decide cómo quiere que sea su proyecto: cuánto tiempo quieren estar juntos, de qué manera y cuántas veces se van a ver, objetivos de la relación, compromisos de uno y otro, límites, motivos de ruptura, maneras de relacionarse con las familias de ambos, si van a tener descendencia…. Y así podíamos estirar la lista hasta casi el infinito.

Leer más

Sobre la Vulnerabilidad

Vulnerable. (Del lat. vulnerabĭlis).

1.   adj. Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente.

Y llega el día en que en una sesión de terapia surge el tema de la vulnerabilidad y cómo nos relacionamos con ella, qué nos despierta, qué significado adquiere para nosotros.

En muchos casos (y casi siempre por parte del sector masculino) la respuesta es una cara de susto o disgusto. E inmediatamente contestamos que nos parece, como poco, desagradable, que nos asusta, que nos disgusta tenerla aunque sea inevitable o, en algunos casos, que no tenemos de eso.

Vulnerabilidad  nos suena a debilidad, fragilidad. Es un estado que inmediatamente nos contacta con el miedo; sobre todo a los que poseemos caracteres controladores u orientados a la acción.

En nuestra sociedad estamos educados en la protección de nuestra individualidad. El mundo es agresivo y hostil, así pues abrirnos emocionalmente a los otros nos enfrenta a la posibilidad de que nos hagan daño y de movernos en un espacio incómodo donde no podemos controlar lo que ocurrirá.

La posibilidad de reconocer qué circunstancias o situaciones nos hacen vulnerables  también nos enfrenta a la idea de fracaso en los que vamos (me incluyo) por la vida de “Juan Palomo”; los de “yo puedo con todo”. En este caso aceptar que somos vulnerables nos enfrenta a que “quizás” necesitemos ayuda de los demás, que no somos tan independientes como nos creemos, tan fuertes o invulnerables como nos gustaría ser.

Leer más

Soltando presión

Un gran porcentaje de las enfermedades que padecemos tiene que ver con el estrés. Este estrés del que tanto se habla no es más que la forma de responder a las agresiones de nuestro sistema nervioso, más exactamente del sistema nervioso autónomo, encargado de las funciones no conscientes (tasa cardiaca, dilatación pulmonar, digestion, contracción arterial…)

El sistema nervioso autónomo se divide funcionalmente en sistema simpático y sistema parasimpático. El simpático prepara el cuerpo para actividades que requieren gasto de energía. Es el que se activa en situaciones de estrés. Originalmente va unido a la situaciones más básicas de supervivencia: defensa, ataque, huída y por lo tanto muy unido a las situaciones que producen estrés. El sistema parasimpático por el contrario reduce la activación provocada por el simpático y está relacionado con la acumulación de energía, la recuperación y la regeneración del organismo. Ambos son antagónicos, es decir, no pueden activarse a la vez. Si uno está activado, el otro forzosamente estará desactivado.

Leer más