Cariño… tenemos que hablar

Primera parte: La pareja y el conflicto

¿Quién no ha escuchado esa frase y se ha puesto a temblar? Yo sí, y la he escuchado o dicho, cuando en mi relación de pareja algo ha estado yendo mal durante un tiempo y uno de los dos ha puesto de manifiesto su incomodidad o cansancio con una situación. Unas veces (la mayoría) el tema a tratar serán las cuestiones relacionadas con los ajustes normales en toda relación cosas tan sencillas como renegociar quién lava la ropa o saca el perro a pasear. Otras veces los temas a tratar serán más importantes y pueden estar incluidas desde la educación de los hijos a la gestión económica y, por último nos encontramos ante aquellas situaciones en las que se ha llegado a un punto tal que la relación ya está seriamente dañada o uno de los integrantes ya no puede más.

Todos  tenemos una necesidad de pertenencia, de establecer vínculos, de sentirnos parte de algo que nos aporte seguridad, reconocimiento y cariño. En la mayoría de casos, en nuestra sociedad, la pareja es ese vínculo, esa relación. La pareja, desde mi punto de vista, es el vínculo entre dos personas que deciden tener un proyecto común en el tiempo en el que hay cabida para la amistad, el compromiso y el sexo. El contenido y la forma de ese vínculo es lo que nos toca definir a cada uno de nosotros. Es decir; no hay una manera de entender la pareja, sino que cada pareja decide cómo quiere que sea su proyecto: cuánto tiempo quieren estar juntos, de qué manera y cuántas veces se van a ver, objetivos de la relación, compromisos de uno y otro, límites, motivos de ruptura, maneras de relacionarse con las familias de ambos, si van a tener descendencia…. Y así podíamos estirar la lista hasta casi el infinito.

Generalmente este listado es un “contrato” no explicitado en muchos de sus aspectos. Lo que nos lleva a que cada miembro de la pareja tenga una idea de cómo debe ser ésta; idea que en algunos casos no se ha contrastado con la otra persona. Quizás, para algunas personas, especificar tanto sea visto como algo “poco romántico” (el/ella debería hacer esto/saber esto si me quiere) pero en la pareja considero que es importantísimo separar los ideales, lo que nos gustaría con lo que en realidad tenemos y la pareja nos proporciona. De esta manera evitaríamos más de un mal entendido y esto nos aportará más tranquilidad o en su caso mayor claridad sobre los límites y condiciones de la relación

La relación de pareja cambia y pasa por diferentes momentos y etapas. No es lo mismo la problemática que podemos encontrar en una pareja que se acaba de formar y que está empezando a sentar las bases de cómo va a ser su relación que la que encontraremos en unos recién casados, en una pareja que ha tenido hijos, en una que no los puede tener, en otra que los hijos marchan de casa o en una que sus miembros llegan a la jubilación o la que llega a la vejez.

En muchos los momentos de la relación surge el conflicto, continuamente se tienen que dar ajustes en la pareja y cada vez que se tiene que hacer un ajuste puede aparecer un conflicto. Un conflicto no es más que una problemática que surge en este caso de dos opiniones o posturas diferentes y en apariencia muy distantes. El conflicto no es más que una expresión de la relación y en sí no es ningún problema. El problema es la manera de enfrentar y resolver los conflictos: ¿se negocia y se llega a acuerdos?, ¿el conflicto provoca enfrentamiento en la pareja y tiene que haber un vencedor y un perdedor?, ¿se arrinconan  los conflictos y se espera que se resuelvan solos?, ¿culpamos al otro?

En la mayoría de casos, cuando una pareja toma la decisión de acudir a terapia de pareja no es por un asesoramiento sobre cómo gestionar algún problema puntual de la vida cotidiana sino por que ve peligrar seriamente el futuro de la relación.

Estos son algunos de los conflictos, que mal gestionados suelen llevar a que la pareja se desestabilice y entre en crisis: dificultades económicas, infidelidades, desacuerdos en la educación de los hijos, intromisión en la pareja de la familia/s, rutina, mentiras, celos, implicación en las tareas de casa, peleas, el fin de un proyecto en común, la diferente evolución de los cónyuges a lo largo de los años, emancipación de los hijos, expectativas demasiado altas sobre el otro, enfermedades, jubilación…..

Y así es como llega la pareja a la sesión: con una sensación de que hay un problema grave que no son capaces de resolver. La terapia intenta que las parejas encuentren soluciones a sus problemas  dentro de su particular manera de funcionar, de ninguna manera imponiendo la visión o los prejuicios del terapeuta. Como he dicho antes son ellos los que definen su modelo de pareja.

Hasta aquí la primera parte de este post. La semana que viene continuaremos con el trabajo terapéutico que se realiza en en estos casos.