¿Y ahora qué.. ?

Toda persona que inicia un proceso terapéutico lo hace llevada por un motivo diferente. Generalmente nos ha costado bastante tomar esa decisión y la hemos ido postponiendo día tras día,  intentando convencernos de diferentes formas de que “no estoy tan mal” o de que “no tengo tiempo” o “si yo hablo con mis amigos y no lo necesito…” Hasta que la sensación de no poder mas, de que algo que nos impide avanzar y no sabemos cómo continuar se manifiesta en toda su magnitud y nos obliga a dar ese paso.

Como la mayoría de terapeutas mi primer contacto con la terapia fue como paciente. Todo comenzó hace veinte años: me despertaba en medio de la noche con la sensación de que me iba a morir en ese mismo instante, aterrado, con la sensación de que el aire no llegaba a mis pulmones. Todo mi ser se esforzaba en respirar, en volver a tomar aire (cosa que ocurría casi inmediatamente, aunque a mi me pareciera una verdadera eternidad). Después de tres o cuatro respiraciones profundas me convencía de que no me iba a morir en ese momento, pero el estado de terror continuaba durante unos minutos. Un poco de agua, una visita al lavabo y, gradualmente, la respiración volvía a la normalidad y el miedo disminuía. Al mismo tiempo la somnolencia volvía a aparecer y me avisaba que eran las tres o las cuatro de la mañana. Volvía a la cama y pensaba: “debe de haber sido un mal sueño”. Y ahí lo dejaba todo.

Leer más

El mágico mundo de la fantasía…

¿Quién de vosotros no ha vivido la siguiente situación? Os presentan a alguien que os atrae (es un amigo/a de un amigo, el nuevo jefe/a de sección, el nuevo informático/a, el primo/a de tu vecino…), inmediatamente te descubres imaginando toda la historia de que os conocéis, os besáis, lo bien que lo váis a pasar a partir de ahora, qué sucederá,  dónde alquilaréis piso juntos…¡ y algunos incluso tenemos hijos o compartimos cuenta bancaria con personas que ni siquiera conocemos!  y ¿a cuántos de vosotros os ha pasado el llevaros el chasco  de vuestra vida cuando a los días siguientes os enteráis que ya tiene pareja, que está casado/a, que no es de tu misma orientación sexual o que no vive en tus proximidades?

¿A cuántos de vosotros os ha pasado el recibir una buena notícia en el trabajo (un simple chismorreo), habéis imaginado como os lo concedían, os habéis ilusionado desarrollando un nuevo proyecto y cómo lo llevaríais a cabo…y finalmente todo resulta ser un bulo, te quedas a cuadros y de muy mala leche? ¡venga otro chasco! Y así uno detrás de otro…

Me podría pasar horas poniendo ejemplos. Todos los hemos vivido, cada cual con su estilo y su manera de hacer, con su intensidad y frecuencia. Algunos somos maestros de la fantasía, otros no tanto….algunos podemos estar gran parte del día fantaseando aunque con historias nímias e irrelevantes, otros quizás no lo hacen tan a menudo aunque la situación imaginada y fantaseada pueda ser más importante y traerle más dolores de cabeza, otros casi no fantasean y otros no fantasean y casi que ni se dan cuenta de que no lo hacen. Mil y una posibilidades…como personas hay.

A partir de aquí surgen varias cuestiones al respecto ¿cuál es el límite en que una fantasía pasa de ser sana a generar malestar?, ¿cómo afecta en mi vida el hecho de fantasear? ¿en qué momento dejo de ser realista y empiezo a divagar por mis mundos interiores?,  ¿cómo me doy cuenta de ello?, fantasear e imaginar es saludable ¿no?, ¿qué pasa con las personas que no fantasean nada? ¿Y con las que lo hacen continuamente?

Leer más