Sobre la Vulnerabilidad

Vulnerable. (Del lat. vulnerabĭlis).

1.   adj. Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente.

Y llega el día en que en una sesión de terapia surge el tema de la vulnerabilidad y cómo nos relacionamos con ella, qué nos despierta, qué significado adquiere para nosotros.

En muchos casos (y casi siempre por parte del sector masculino) la respuesta es una cara de susto o disgusto. E inmediatamente contestamos que nos parece, como poco, desagradable, que nos asusta, que nos disgusta tenerla aunque sea inevitable o, en algunos casos, que no tenemos de eso.

Vulnerabilidad  nos suena a debilidad, fragilidad. Es un estado que inmediatamente nos contacta con el miedo; sobre todo a los que poseemos caracteres controladores u orientados a la acción.

En nuestra sociedad estamos educados en la protección de nuestra individualidad. El mundo es agresivo y hostil, así pues abrirnos emocionalmente a los otros nos enfrenta a la posibilidad de que nos hagan daño y de movernos en un espacio incómodo donde no podemos controlar lo que ocurrirá.

La posibilidad de reconocer qué circunstancias o situaciones nos hacen vulnerables  también nos enfrenta a la idea de fracaso en los que vamos (me incluyo) por la vida de “Juan Palomo”; los de “yo puedo con todo”. En este caso aceptar que somos vulnerables nos enfrenta a que “quizás” necesitemos ayuda de los demás, que no somos tan independientes como nos creemos, tan fuertes o invulnerables como nos gustaría ser.

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Asertividad: Claro, Concreto y Conciso

Aquí estamos de nuevo. Después algún tiempo y tras el parón de  las vacacacions  con la intención y el compromiso de actualizar este blog, aportando y compartiendo artículos,  información o reflexiones que os puedan ser útiles e interesantes.

El nuevo arranque lo hacemos con un artículo de nuestro colaborador y amigo Joan Montero, terapeuta gestalt, coach y formador. Este artículo fue publicado recientemente en su blog.

Esperamos que os guste

A menudo, en las relaciones interpersonales, el origen de muchos conflictos, discusiones o malos entendidos, gira entorno a la comunicación.  Entre lo que uno quiere decir y lo que acaba diciendo, transcurren numerosos factores que distorsionan el mensaje. ¿Cómo podemos superar estas barreras?

Suelo recomendar a los clientes y en los grupos que facilito que para tener una buena comunicación hay que seguir la regla de las tres C’s: claro, concreto y conciso. A continuación vamos a ver qué sentido tiene aplicar esta regla:

CLARO: Es aquello que puede diferenciarse con facilidad, resulta sencillo de entender y es indudable.

CONCRETO: Se suele oponer a lo general o abstracto, ya que está referido a algo determinado y preciso.

CONCISO: Es posible asociarlo con lo imprescindible para generar sentido. Todo lo superfluo o accesorio, por tanto, escapa de la concisión.

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El culpador y el culpado

Hola a todos. Esta semana contamos con la presencia de Joan Montero, colaborador de Aidam, el cual estará impartiendo en nuestro centro un curso sobre iniciación al Eneagrama los días 8, 9 y 10 de junio.

Queremos compartir con vosotros un artículo de Joan publicado en su blog sobre un recurso del que todos disponemos para dificultarnos nuestra vida: La culpa. Esperamos que os guste
A menudo solemos culpabilizarnos de pensamientos o acciones y en realidad no nos planteamos de donde proviene esa culpa. Es bueno plantearse en alguna ocasión: ¿la culpa es mía?

Según N. Levy cuando uno dice “me siento culpable”, en realidad está nombrando una parte de su realidad psicológica, con una mitad de lo que está ocurriendo en ese momento…. el culpado. La otra mitad es la que no se suele percibir, es la voz del culpador que es justamente lo que hace que uno se sienta culpable.

“La culpa depende de la relación de los dos aspectos internos y el rol que desempeñen en la relación: el culpador y el culpado”.

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