El culpador y el culpado

Hola a todos. Esta semana contamos con la presencia de Joan Montero, colaborador de Aidam, el cual estará impartiendo en nuestro centro un curso sobre iniciación al Eneagrama los días 8, 9 y 10 de junio.

Queremos compartir con vosotros un artículo de Joan publicado en su blog sobre un recurso del que todos disponemos para dificultarnos nuestra vida: La culpa. Esperamos que os guste
A menudo solemos culpabilizarnos de pensamientos o acciones y en realidad no nos planteamos de donde proviene esa culpa. Es bueno plantearse en alguna ocasión: ¿la culpa es mía?

Según N. Levy cuando uno dice “me siento culpable”, en realidad está nombrando una parte de su realidad psicológica, con una mitad de lo que está ocurriendo en ese momento…. el culpado. La otra mitad es la que no se suele percibir, es la voz del culpador que es justamente lo que hace que uno se sienta culpable.

“La culpa depende de la relación de los dos aspectos internos y el rol que desempeñen en la relación: el culpador y el culpado”.

El culpador se ha tragado una série de normas, mandatos, o máximas que incorpora del entorno sin ningún filtro selectivo que definen su visión del mundo y su modo de comportarse en él, valores y modelos personales a los que amoldarse.. En esta situación el culpador actúa maltratando al culpado, los mensajes internos son tajantes, no hay posibilidad de diálogo. Ante esta situación el culpado contraataca oponiéndose sistemáticamente por lo que se establece una lucha personal; se resiste pasivamente o bien acepta las normas y da “la razón” aumentando así el sentimiento de culpa.

A menudo en la infancia se origina ese sentimiento de culpa en el que los padres, mayor o en menor medida, no nos validan tal y como somos y el niño se siente indigno a los ojos de sus progenitores por no seguir las normas, mandatos o tradiciones familiares que se le imponen. La persona puede quedarse ahí y engancharse en lo que se denomina la “culpa de ser”. Esto tiene que ver con la culpa en la medida en que salir de la familia es cuestionar los principios que han regido nuestra vida hasta ese momento. Está constituido por una serie de “tienes que” “debo que” “tengo que ser”… etc., que a menudo se manifiestan como distorsiones cognitivas del tipo:

• Todo o nada (“tienes la culpa de todo”, “no vales para nada”)
• Generalizaciones excesivas, sacar una regla de un hecho aislado
(“el sexo es pecado”)
• Filtro mental, vemos un detalle y no lo que ocurre alrededor
• Descalificar lo positivo y magnificar lo negativo
• Sacar conclusiones precipitadas
• Magnificar o minimizar (“eres un desastre”)
• Anteponer el deber a los sentimientos
• Racionalizar para que no afecte emocionalmente

La persona hace girar su comportamiento en torno a estos mandatos sin cuestionarlos ni amoldarlos a su realidad. Si no mas bien al contrario. Amolda su comportamiento a ellos.

Cuando la persona actúa (piensa, desea o se comporta) contra los mandatos puede aparecer el remordimiento (morderse a si mismo o la vuelta contra si). El remordimiento es la consecuencia directa de la culpa. Es el pesar interno por hacer una mala acción, y este pesar puede ir desde un ligero malestar hasta una depresión. La persona que se vuelve contra si y se culpabiliza, lo suele hacer de dos maneras: o con la descalificación, o con el castigo.

Para poder hacer de la culpa algo funcional es necesario rescatar la dualidad interna (rescatar las voces del culpador y la del culpado) y buscar su integración. Tan sólo se escucha la voz del culpador. Esta voz lo ocupa todo, rescatar la voz del culpado favorece la integración de la culpa como algo funcional. Así es como Fritz propone la dualidad culpa-resentimiento, como forma de recuperar la voz del culpado.

La vía de la toma de conciencia no disminuye el sentimiento de culpa pero si frena el remordimiento y el desencadenante de la tortura interna. Al observar la realidad sin juicio la persona puede tomar conciencia de quien es en realidad y no quien cree que es. Para ello ha de recuperar la voz del “culpado”, sus sentimientos, los motivos que le llevaron a obrar a si y cual es su nueva forma de ver las cosas. El culpado cuestiona al culpador. Cuestiona el mandato. A menudo esto ha de ser como dice Perls con resentimiento. Pues el culpado ha acumulado gran cantidad de frustraciones y opresión que le llevan a expresarse con rabia. Y a vomitar el “objeto tragado

El culpador ha de aprender a enseñar teniendo en cuenta el otro lado, los limites reales los sentimientos, en fin integrar lo humano. El culpador ha de dejar de ser un torturador o un juez implacable para pasar a ser un maestro o un profesor paciente. Finalmente culpador y culpado son uno y de esta relación depende la salud de la persona.

El desacuerdo se resuelve enriqueciendo el mandato anterior más que destruirlo”.

Darse cuenta de que uno no está tan de acuerdo con la norma social que se ha tragado en la infancia, permite que ahora como adulto pueda cuestionarla, fortaleciendo de esta forma al crecimiento y la responsabilidad personal.

Joan Montero
www.joanmontero.com