07 Ene2015
Sobre el miedo
Desde el momento que somos lanzados y lanzadas a la aventura de la vida, camina junto a nuestro lado un compañero inseparable que, de tan acostumbrados que estamos a su presencia, hasta olvidamos que está ahí. Nacemos, crecemos, evolucionamos, nos relacionamos y morimos junto a ese acompañante fiel; el miedo.
Y, claro, como todo compañía, es de suma importancia cómo nos relacionamos con ella. Qué relación establecemos con esa emoción: ¿Nos dejamos aconsejar por ella? ¿La evitamos? ¿La ignoramos? ¿La llevamos como una pesada carga? ¿La ocultamos a los demás? ¿Nos avergonzamos de ella? ¿La negamos? ¿Nos paraliza? ¿Nos limita?
El miedo es una de las cuatro emociones básicas junto con la alegría, tristeza y la rabia.. Su función principal es la de avisarnos de situación que conlleva un riesgo para nuestra integridad. Que tengamos en cuenta que podemos sufrir daños. Esa es su función biológica; la de mostrarnos el peligro y darnos la posibilidad de escapar, atacar o defendernos. Por tanto el miedo tiene una función adaptativa, de protección del individuo y de la especie. Valoramos el peligro y reaccionamos en función de lo que es mejor para nuestra supervivencia.